domingo, 6 de marzo de 2011

Atragantamientos y creaciones

Tras el tiempo de investigación y observando la recopilación de pruebas llego a una desilusonante, decepcionante, incluso dolorosa, y sin embargo esperada conclusión: Vivir se ha convertido en un oficio. No, no estoy loca, aunque eso también ha sido objeto de mis indagaciones. Parece ser que ahora es un trabajo remunerado a tiempo completo (parcial en muchos casos) donde solo se respira profundamente si a cambio nos ofrecen un buen olor. Y si no, nos enfundamos las manos en los bolsillos, agachamos la cabeza y continuamos con nuestro acelerado ritmo de vida. Ya ni siquiera nos detenemos cinco segundos a observar el cielo porque éste hoy "tiene demasiadas nubes". O a escuchar el canto lejano de un pájaro y dedicar un suspiro a identificarlo porque "el claxon de los coches ahoga cualquier sonido".


Pero aún existen milagros ahí fuera. Aún quedan artistas de la calle y estudiosos del vivir (que no de la supervivencia) Personas con una magia diferente, algo que les diferencia del resto de la genteDe esos que acaparan las miradas por la calle y hacen que incluso  tú, ciego ignorante, te veas atrapado por su fuerza gravitatoria.
Y es que ellos no necesitan que el aire tenga un olor especial, porque gracias a todas las veces que respiraron profundamente sin motivo aparente, aprendieron que el aire en sí ya tiene un olor hechizante. Y de tanto levantar la mirada al cielo, asqueados del barro y las colillas, aprendieron a encontrar formas en las nubes. Al igual que al aguzar el oído, ellos son melómanos por naturaleza, ahora son capaces de aislar el canto de ese pájaro, la risa de un niño o el beso de un amante. Y ellos, en su inconformismo nato, no se contentan con oír.


Escuchan, disfrutan, conservan.


Nunca me bastó con quejarme, así que yo propongo: Aíslemonos del mundo. Al menos durante unos momentos a lo largo del día. Busquemos, rebusquemos, encontremos y recopilemos, los pocos polvos de hada que aún quedan escondidos entre el humo, el polvo y los zapatos de los transeúntes. No podemos permitir que se mezclen con los residuos de ciudad.
Y una vez encontrados, ¿qué hacemos con ellos? Sencillo: Creemos mundos. Creemos nuestro propio mundo.Creo que no se puede experimentar sensación comparable a la del artista que contempla su obra maestra.




Y nos lo queremos perder...

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