domingo, 7 de agosto de 2011

El ángel azul salvaje.

"500.000 aureolas eclipsaron al barro y a la Historia.
Nos lavamos y bebimos de las lágrimas de alegría de Dios.
Y por una vez, y para todo el mundo, la verdad ya no fue un misterio."




Jimi Hendrix, en un poema escrito poco tiempo después de su actuación en el festival de Woodstock.

Sin-a-nestesia.

Acariciar olores,
beber sonidos,
saborear texturas.




Suena bonito, sí, pero...
su sentido no se oye.

martes, 2 de agosto de 2011

-!Bienvenido, Mr. Hyde!-dijo el Dr. Jekyll.

Con frecuencia ocurre que el mal maestro espera que el alumno aventajado permanezca a su lado incondicionalmente. Pero cuando no es así, cuando el alumno llega a superar al maestro y es consciente de las malas intenciones de éste, es entonces cuando los roles cambian. El alumno deberá derrocar al maestro al tiempo que éste , creyéndose aún superior, intentará hacer lo mismo con su pupilo. 
Pero como tarde o temprano, todo cae por su propio peso, el alumno saldrá triunfante para verse a solas con su poder y enfrentarse a un mundo de oportunidades, mientras que el maestro se verá solo ante la justicia.

lunes, 18 de julio de 2011

Perra vida

Esto es lo que ocurre cuando alcanzas ese punto en el que sientes tal afecto por algo o alguien, que solo pensarlo asusta. Y te planteas si es sano o no sentirte tan unido a algo ajeno, inestable y precario.

Ayer  me encontraba pasando la noche en mi refugio, situado en un gran árbol de hojas blancas, escondida entre el follaje, buscando algo de paz en compañía de un par de animales más. Uno de estos resultaba ser extremadamente zalamero. Siempre había disfrutado de los mimos que me brindaba este pseudo-cachorrito de león, pero está inscrito en nuestra estúpida naturaleza no valorar aquello a lo que nos acostumbramos, por lo que, llegado un punto en el que mis brazos y piernas habían sido empapados a lametones, aparté con brusquedad al tierno cachorro y le dije: "¡Tienes que aprender a vivir sin mimos!". El animal se retiró cabizbajo, dejándome el espacio que yo reclamaba.
En ese momento me sentí completamente ruin, estúpida e inmadura. Cualquiera que lo oiga pensará que es exagerado sentirse mal por un simple animal, pero lo cierto es que a mí me invadió un profundo sentimiento de tristeza y en mi cabeza se repetía una sola idea: "Nadie debería aprender a vivir sin mimos"
Acto seguido abracé al animal, acunándolo suavemente y me prometí a mí misma no volver a rechazar ni una sola de sus muestras de cariño.

Cómo estarán las cosas para que no debamos desperdiciar ni los húmedos lametones de un perro.


miércoles, 23 de marzo de 2011

Prefiero esta distancia, gracias.

¿Yo? Yo no llevo vida de persona adulta. Por lo que no tengo problemas, responsabilidades, cargas ni deberes de persona adulta. Luego no soy adulta. Ni merezco ser tratada como tal.
Así que si de ahora en adelante invierto mis noches en revolverme bajo las sábanas y mi almohada amanece empapada, será únicamente fruto de mis pesadillas con monstruos bicéfalos. O si algún día, por mero capricho, decido conversar hasta el amanecer será porque me entró la absurda necesidad de oír el cuento que me contaba papá todas las noches.
Si una tarde echo a correr por una calle desierta aún sin ver qué me encuentro a mi paso y bajo la amenaza de morir en el intento (o de perder algo mucho más importante que mi vida) será porque me apetecía saltar en los charcos. Si salgo a la calle sin motivo aparente, será que voy a a jugar en los viejos columpios del parque. 
Si grito es porque quiero hacerme oír por encima del jaleo del mundo real. Si lloro es porque no me dieron ese trocito de chocolate que pedí. El único hombre que me verá desnuda será mi médico para quitarme esa tosecilla tonta, y dormiré en la única compañía de mi osito de peluche.
 Y si algún día no muy lejano decido pegar un puñetazo a la mesa o a la pared, será por simple imitación al hombrecillo verde que protagoniza mis cómics. 


A nosotros los niños nada se nos da mejor que reír a carcajadas. No conocemos la ira ni el dolor. Somos felices en nuestra ignorancia. 
Soñamos con alcanzar todo aquello con lo que se nos prohíbe jugar.

martes, 22 de marzo de 2011

Compromiso (qué bonita palabra)

Quisiera recuperar mi guitarra, abandonada en el rincón más alejado (y no solo de mi habitación). También quisiera, más que tocarla, acariciarla, sentirla, respirar cada nota y notar cada cuerda casi como noto tu piel en mi piel. Casi. Pero hoy mis manos sólo la tocarían para hacerla añicos contra el suelo.
Quisiera volver abrir mi libreta roja y abrirme yo un poco más en ella, como hacía tan a menudo. Pero al parecer sellé su cubierta a golpe de candado y no puedo recordar dónde guardé la llave. Y lo peor de todo es no poder recordar un cuándo, un cómo o un por qué.
Quisiera perderme entre las historias de mis libros, de la gente, de los genios que pisaron el suelo que yo piso, del más cercano y del más lejano, el más querido y el más odiado. Historias que en su día lograron empañar mi mirada y que hoy no puedo saborear por temor a que se me nuble.
Quisiera no sentir esa extraña y desagradable sensación que se enreda entre mis sábanas en medio de la noche y me dice que voy a necesitar aferrarme a algo más sólido que una almohada si quiero soñar y recordar mis sueños  a la mañana siguiente.

Abrazar y no comprender nada. Bailar en la cuerda floja y sentir vértigo al mirar al frente. Saber que todo tiene su oportunidad y distinguir cuándo es nuestro momento.

Hoy .

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cómo buscar consuelo en cualquier verso

Envidio a aquel que tantas veces supo y sabe poner en palabras todo lo desconocido para mí, logrando que lo oscuro fuera bello, lo humano divino, y lo caótico sencillo. Un genio de tinta que todas las noches se sienta frente a su viejo escritorio de ébano para deshacerse sobre el papel, regalándonos así su más profundo orden y desorden. "Especialmente a mí" piensa él a veces, o "esta vez es para mí" piensa ella demasiadas veces. 


Seguimos rastros ajenos, con paso firme, confiando en que al final del camino encontraremos lo que buscamos, sin saber que, lo más probable, es que nos topemos con una bifurcación. Buscamos nuestro nombre tras cada punto y aparte, intentamos no creer que lo que nos espera no es más que ese temido punto y final. 


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